sábado, 27 de agosto de 2011

Cosas que nunca te dije...



A veces no decimos todo lo que sentimos, ya no lo que pensamos, y dentro de nosotros se hacen nudos de sentimientos que ocultamos y ¡finalmente! nos ocultamos a nosotros mismos.
Pero cada cierto tiempo estos asoman...
A veces a través de los poros de nuestra piel, generalmente en estado ¡líquido! y cuando esto sucede todo nuestro ser "requetecompuesto" se resquebaraja con la suerte de permitir una nueva ¡mudança!, esta vez no del cuerpo sino del ser.
A veces hay añadidos, casualidades, causalidades, que permiten estos sucesos.
¡Ráfagas!, destellos de luz, que nos iluminan de nuevo.
A veces ese respeto a segundos, terceros, nos impiden acercarnos más de lo que queremos.
A veces tan solo es la vergüenza. el sentido del rídiculo, lo que nos aleja.
Por suerte existen ¡fisuras!, ¡roces de dedos!, metáforas con lenguaje propio o con lenguaje apropiado, que nos unen en momentos especiales, que nos sacuden de una forma suave, otras veces brusca, pero siempre cargados de ¡corriente eléctrica!
Agradezco cada uno de esos momentos, cada una de esas personas que se han cruzado en mi vida provocándome ¡cortocircuitos!
Incluso en los momentos de más desesperanza, quizás salidos de esa reserva que desconocemos, he tenido la suerte de encontrar consuelo y ¡aliento!
Y todo ese cúmulo de cosas no dichas, de sentimientos enterrados, se ha abierto paso con un lenguaje ¡nuevo!, titubeante y trémulo, de nuevo con inocencia, quizás de esa que se recupera cuando nos hallamos perdidos, o de esa otra que nos vuelve de la generosidad de otros.
¡¡Mimos!!
Y entonces las "cosas que nunca te dije" suelen reducirse a tres palabras: gracias, gracias, gracias...