Cada mañana me sobrepongo a la noche y envuelta en capas de vestimenta, no 100 % algodón, me adentro en la boca del metro que todavía bosteza somnolienta.
Me enrollo con un fino cable, cual hilo de seda, y una vez en la crisálida pulso el "play" que me metamorfosea.
Mis ojos, derecha izquierda, consumen palabras a primeras horas, el único desayuno que no se me indigesta.
Velocidad horizontal vibrante. Puertas que se abren y cierran como parpádeos. Figuras fantasmagóricas que en un momento ya no están.
Colonias, perfumes, jabón, olores que disfrazan a otros más dulces, más rancios, más acidos...
Capas y más capas, todas nosotras, oruguitas encapsuladas, desplazándonos en la oscuridad.
Letreros azules sin obligatoriedad.
En el trascurso algún destello. Miradas que se cruzan. Roce en la barra de dedos...
Salto en la próxima estación en curva. Escalera mecánica hacia la luz.
Un último esfuerzo en la pesada batiente para ser cegada por el eléctrico cielo.
Hinflo el corazón y salgo de la pupa.
Ya con alas ¡sí! Ya rugiendo mis ¡colores!
¡Vuelo de mantequilla!
Mariposa ¡al fin!
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2 comentarios:
Por cierto, he decidido especificar que J.C. es Julio Cortázar.¡Por si las moscas!;-)
sin palabras....:-):-) y besos!
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